Dicen que dos almas no se encuentran por casualidad, que por una u otra razón
están destinadas a cruzarse. Como la tuya y la mía, que se cruzaron un día en
el camino de la vida y en el de la muerte...y así sin querer, de repente, te fuiste.
Y mi alma, se quedó sola y triste. No podía mirarse a los ojos, ni sonreírse, ni
contemplar su reflejo en ningún espejo, ya que, las lágrimas del dolor se lo impedían.
Al marcharte tú, alma mía, te llevaste parte de mí, de mis ilusiones, de
mis esperanzas, de mis sonrisas, de mi alegría....y te fuiste y me robaste el alma.
Exactamente igual que cuando me topé con tu primera mirada, con tu primera
caricia....siempre, aquella primera vez.
Y te desvaneciste, me desvanecí contigo, y en un aliento, me empujaste, me susurraste "Sonríe, vive, siempre vida mía...".
Y te desvaneciste, me desvanecí contigo, y en un aliento, me empujaste, me susurraste "Sonríe, vive, siempre vida mía...".
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