Llegó el
resplandor que atrajo las penumbras
y la
oscuridad,
la del
silencio,
la
desazón
la de
la sinrazón de los humanos deshumanizados.
A
jirones les arrancan las vestiduras, el alma,
y las
raíces desenraizadas para que no broten de nuevo,
acallando
los gritos de chiquillos
de las
infancias venideras.
Quedando
el futuro queda arrasado
en
este tiempo presente insensato.
Quedando
enmudecidas las voces, las sonrisas…
las
miradas agotadas, entristecidas que ya no tienen luz,
que no
parpadean entre los llantos y lamentos
de una
tierra que ahora late y gime ensangrentada.
A
jirones les extirpan la vida, las ilusiones,
los
amaneceres,
los
mañanas a golpes de batallas unilaterales
carentes
de un sentido
más
aquel absurdo delirio de extensión, grandeza y poderío.
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