Despertar en la mañana
al silencio dormido
entre los brazos de la ciudad reposada,
prohibida,
restringida.
Sentir la piel desnuda,
hueca, vacía, inerte
del tacto caliente entre tus manos,
en dónde no hay caricias
qué más hiervan sus poros.
Dónde no queden milímetros de dermis
en dónde no nos hayamos besado.
En ese desierto cálido, húmedo, árido
de un cuerpo a la deriva
resquebraja su corteza sin percibir
el roce del deseo de nuestros labios,,
el cuidado sigilo en nuestros dedos,
la prudencia alborotada en las pupilas.
En un amanecer, en la mañana,
simulando la quietud
que nos domina,
que traspasa helando con su frío, el alma,
la ansiedad a la calma,
el callado barullo al vacío
de este incierto tempo nuestro vivido.
Es como si se hubieran quemado los instintos, como si fuer algo inerte que solo puede moverse a través del recuerdo, es como acariciar al vacío... Esa sensación he tenido, Inma.
ResponderEliminarPreciosa tu forma de versar.
Un beso enorme.
Gracias , me alegro que os lleguen mis sentimientos
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