Adoro el silencio ensordecedor de los domingos en la mañana, en calma, ese que despierta sin batallas entre las sábanas. Ese en el que mientras todos yacen tranquilos aún dormitando, despliego las mantas para mecer entre mis piernas las páginas de un libro.
Necesito ese tiempo mudo, callado y calmo para reposar el pensamiento perdiéndome entre las aventuras, las palabras, las guerras, los llantos , risas y sentimientos de las letras , de las frases y de las sílabas encadenadas en cada cuento. Narraciones transformadas en vidas por vivir , en anhelos, que yo vivo y siento.
Adoro el paso pausado de los segundos,, casi sin respirar por no romper la quietud callada y muda del sigilo, conteniendo el aliento evitando despertar el tiempo.
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