martes, 23 de septiembre de 2014

Mis noches insomnes



¿Sabes? Hace diez meses que llevo luchando contra la soledad, esa soledad a la que tanto temía y a la que tanto sigo temiendo. Esa soledad que por momentos se clava en el alma como espinas, como púas que te desgarran y que te van consumiendo, deshaciéndote, desgastándote poco a poco.


¿Sabes? Hay momentos en los que no consigo conciliar el sueño, momentos en los que creo convertirme en una criatura de la noche. En un ser mitológico que no es capaz de cerrar los ojos y buscar  la paz, el descanso y el consuelo en un sueño, quizás turbador, quizás reparador. En ese momento de pensar en el descanso cuando de nuevo la soledad me abraza convertida en frías sabanas depositadas sobre nuestro lecho. Y siento el vacío, es entonces cuando siento de nuevo que no estas, que una noche más no te tengo, y yo te quiero, yo te anhelo, yo te necesito a mi lado, pero sé que no puedo.

¿Sabes? Que no puedo, que a pesar del tiempo que va pasando no me acostumbro a vivir sin ti, y hay días, hay noches que por momentos no puedo.


Y sé que es mentira que el tiempo todo lo cura, que no es cierto, porque a mí  cada vez más, a cada día, a cada segundo que pasa, más hondo y más dolorosa siento tu ausencia, tú falta, mi vacío y tu todo.

Anhelo cada segundo de mi tiempo vivido junto al tuyo, anhelo esa felicidad que me daba el sentirme protegida por tu mirada, por tu calor, y anhelo mi sonrisa. ¿Por qué sabes Alma  Mía? Hay días en los que al mirarme al espejo, no me veo, no me encuentro porque me siento perdida  en este mar de tu ausencia, este mar de mi vida sin la tuya.

Hay días en los que a pesar del tiempo me sigue devorando la pena, la tristeza, la falta de ti, las pocas ganas que tengo que vivir sin ti, sin poder estar a tu lado. Y es que te sigo amando con una locura enfermiza, con un amor que quema, que me hace llorar por estar castigado por la vida, por la enfermedad y por la muerte.


¿Y se puede amar tanto? ¿Y se puede querer así? Sí, sí se puede amar  tanto, tanto que se pierde el norte, el origen o el fin, que vivir más que una aventura se convierta en sufrimiento continuo cuando no puedo compartir ni un leve instante de mis días eternos a tu lado.

Y es que la vida no debía habernos separado tan pronto, no es justo tenerlo todo, y ahora ese todo es un nada. Que no tienes nada, que además de luchar con el día a día, hay que luchar con el dolor, con la pena, con la tristeza….y es que estar sin ti es muy duro. Y no poder compartir nada contigo, ni mis penas, ni mis alegrías, ni tan siquiera un suspiro…Y sentirse sola rodeada de gente, rodeada de amigos que te quieren, que nos quieren como nos han querido siempre, es muy duro. Es tremendo no poder regalarles esa sonrisa que tanto se merecen porque tu alma, porque mi alma esta tan sumamente triste….



Y me siento triste en mis noches insomnes, y en mis mañanas de resaca nocturna me siento agotada, enfadada, malhumorada porque no lo entiendo. Porque me cuesta tantísimo vivir sin ti, sentirme forzada a haber perdido todo cuanto tengo, cuanto poseo, a tener que vivir esta condena de  un amor vacío, porque no te tengo. Y hay momentos que no puedo, y hay ratos que me muero lentamente porque te necesito, y no te tengo.

En mis infinitas noches pienso si allá donde estés, allá donde el viento te haya llevado, me estarás observando .Si estarás enfadado por verme triste, por verme llorar, por no poder sobrellevar mi pena.

 Y pensarlo, me lleva a pensarte, a echarte todavía más de menos, a intentar tocarte ,  a abrazarte en el aire, a buscar y a respirar tu aliento…y a preguntarme si allá donde repose tu esencia me echaras en falta, si anhelaras mi alma igual que anhelo yo la tuya.


Me pregunto si después de tanto dolor, de tanto sufrimiento la eternidad  será eterna y bondadosa, si  nos dará un leve consuelo. Ese consuelo que me dé al llevar mi alma con la tuya, si me seguirás amando, si me estarás esperando cuando yo llegue…alma mía.






 

Tengo las alas abiertas

Tengo las alas abiertas al recibo de tus miradas vacías, al silencio de los susurros del hábitat despoblado de tus abrazos, al ocaso...