Quieta, con delicada fragilidad espera la flor al viento.
Se dejará mecer entre sus brazos invisibles,
se dejará besar por sus labios dulces...
El viento, acariciará la efímera calidez de sus pétalos tersos,
delicados y quebradizos.
El viento pasará dulce, cálido y rápido,
como el tiempo.
Ella,
la amapola,
seguirá allí quieta, marcada por las esquivas miradas.
Pausada, dejándose llevar por suaves vaivenes de brisa...
...de silencios o de risas.
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