martes, 4 de diciembre de 2018

Yerma



             Dicen que el tiempo lo cura todo, pero no es cierto, solamente apacigua el dolor, lo aseda y lo adormece. El daño, la angustia, el desgarro interno que te produce la vida, cada segundo que transcurre lo transforma en dulce, bella y callada melancolía de lo que fuiste, de lo que serás, de lo que sentías.
Su reflejo era eso, nostalgia del tiempo pasado, del tiempo vivido y del detenido. Una mirada frente a frente al espejo. Sus ojos se posaban brillantes, por el dolor de las lágrimas derramadas por su pérdida, llenos de ganas de vida, pero, sintiéndose como una rosa que se deshoja, que se despoja lentamente de su alma, a cada susurro de viento, a cada callada gota de pensamiento.
            Es el viento del duelo interno quien desvelaba cada sueño en cada una de sus noches. Su cuerpo cubierto de alma, de piel fría, inerte y desgarrada que duerme, que habita y mora en una cama demasiado ancha, demasiado calmada, demasiado grande para ella sola. Le quema la angustia, el desasosiego, el no entender y no comprender a la parca, a la oscuridad que le arrebato sus abrazos, sus caricias, sus susurros, sus besos y su tiempo. El suyo. El de ellos.

            Ese adiós tremendo. Esa marca a fuego al amanecer, al abrir sus ojos cargados de negras ojeras, de sueños rotos para continuar caminando y deambulando cargada de resilencia casi resquebrajada. Enfrentarse de nuevo a cada día, a cada nueva vida que le regala el tiempo.

           Esos días en los que debe sentirse la mujer más fuerte del mundo, olvidarse de las trifulcas de sus noches, del ser sonámbulo que la mortifica y la castiga. Ser, sentirse Atlas con el peso de sus pequeños mundos a su espalda, sobre sus frágiles hombros, que ellas no sufran, que sonrían y crezcan protegidas bajo el cobijo des su seno, de sus brazos, de sus manos y sus versos.

            Y pasa el tiempo, los días, los segundos, los instantes….y la vida no cesa. No para, es veloz y te sorprende.
De nuevo ese reflejo, oscuro, opaco, traslucido en el espejo de una mujer modelada en temporales de mar, en huracanes de tristeza, de gritos, de esperanzas y desesperanzas. Ahora, el reflejo de un cuerpo que albergó dos vidas, dos almas, dos corazones, dos latidos ha detenido el tiempo. Ahora, ese cuerpo ha de reinventarse y seguir viviendo, porque mañana amanecerá yerma y estéril.



            Ahora, enfrentarse de nuevo a la congoja, al miedo y temor de sentirse desierta, de no sentirse mujer….
Esos ojos oscuros suyos, que la miran tras el cristal, saben que seguirá enfrentándose a cada derrota de los imprevistos, que seguirá peleando en cada batalla de angustia, que convertirá su ajada sonrisa del hoy, en mañanas de amaneceres dulces. Izará su cuerpo cada día, dirigirá sus vidas por los marcados caminos del cruel e incierto destino.
          Mañana seguirá en pie porque es mujer, porque sus ojos le recordaran que está yerma y hueca. Sí, pero no vacía, pero no sin vida.

martes, 3 de julio de 2018

Ausencia

Me empujaste a escribir con tu aliento,siempre pedías que  expresase mis sentimientos en un folio en blanco,que narrase para leer y sentir mis palabras.Fue cuando tu alma se evaporó  cuando comprendí la necesidad de escribir,de ser sentida a través de las letras.Que el viento,que el aire y los aromas llevasen cada uno de mis silencios y mis angustias hasta el refugio perdido en el cual te encuentras.
He seguido refugiàndome entre mis musas,o quizás las tuyas,entre sílabas,entre susurros para componer sinfonías de versos,poesía con los que cantarte a los ojos , los oídos y los sentidos de los demás.


Ausencia
Necesito mecerme entre los silencios

del tiempo,

entre los callados susurros,

entre los ruidosos arrullos de tu calma,

de tu paz,

de tu voz,

en el abrigo de tu caricia en mi alma.



Necesito bailar, escuchar, gritar al viento,

dejarme llevar por las miradas perdidas de tu

aliento,

los murmullos,

las palabras…

…los silencios.

Sentir el fugaz paso del tiempo,

de los minutos,

de los segundos del todo,

y de la nada.



Necesito sentir la eternidad en el roce cálido de

una palabra,

en tu voz, en tu silencio….

en la eterna presencia  de tu ausencia.

Esa ausencia oscura, profunda que quema,

esa que arrebata, que mata cada instante ínfimo de vida.

De la tuya, de la mía,

de la que una vez fue nuestra,

fue mía, fue tuya.



Necesito sentir vida sintiendo el vacío,

el vaivén de las sonrisas,

de las miradas,

de las caricias que tú me dabas,

esas mismas que, yo, te profesaba.



Necesito sentir, más sigo sintiendo

el tremendo fervor, candor  y dolor de la ausencia,

de la vida que no queda,

que te falta,

que se escapa….igual que el tiempo.

Esa ausencia que me cobija,

que me mece, que me arrulla, que susurra

el amor,

el dolor,

el sufrimiento,

que me empuja

a seguir viviendo….

..…al tiempo.



Poema finalista XIV Edición  Concurso Josè María Portell 2018.

Tengo las alas abiertas

Tengo las alas abiertas al recibo de tus miradas vacías, al silencio de los susurros del hábitat despoblado de tus abrazos, al ocaso...