Gracias por fijarte en mis palabras y en mí,por seguir mi camino,pararte y detenerte en él.Gracias Kris
gracias Extraordinarias por apostar por mis palabras y sentimientos.
Recuerdo esa mirada en el espejo
como si fuese ayer, sin embargo, han pasado cerca de tres años. Mi
mirada oscura, triste, apagada, opaca, sin luz. Asomando a mí cabello
las primeras canas de disgusto. La sonrisa perdida, difuminada en el
dolor, en la angustia y en las ínfimas ganas de volver a sentir, ni
siquiera de vivir. Esa mirada sin mirar. Definitivamente ese reflejo
yermo.
Respirar, cerrar los ojos un instante y analizar la imagen que
acababa de contemplar, ese Yo que no soy. Mirarlo era sentir como a cada
segundo la vida se me escapaba, así, como se nos escapó la tuya…en el
dolor, en la angustia, en el sinsabor de perderte, en la impotencia de
no poder parar la muerte. Entonces descubrí que siento que no puedo
vivir contemplando en cada momento ese reflejo, ese yo que tengo y no
obstante no siento. Sé que necesito sentir para saber que vivo.
Respiro, para atrapar el aire, el
viento, el tiempo que se fuga entre mis manos. Siento que la vida ha
decidido otorgarme ese lapso perdido, ese momento en el que decido
seguir abriendo ventanas, puertas y notar el aire fresco, renovador para
volver a salir corriendo. A mi reencuentro. A buscar la luz, las
sonrisas y la vida.
Me refugio entre las letras, entre las que no he entregado, para
darle cobijo a mi dolor, a la tristeza que me lleva entre sus alas, a
los sentimientos, a lo que perdí…Escribo al tiempo, a ti, al ayer y al
mañana. Respiro el aroma que me transportan las fotografías, esas en las
que robo el alma, o los paisajes a los que voy, o de los que vengo.
Esas tomas que detengo, secuestro con mi cámara y me transmiten la calma
que necesito. Esas imágenes que sosiegan con paz mi alma. He vuelto a
hacer lo que me gusta, a llenar de vacío el tiempo. A vivir, a sentir y
sonreír como ellas, Yaiza y Claudia lo hacen.
Que difícil, duro e implacable fue verlas llenas de dolor, tristes y
llorar siendo tan pequeñas con tan grande desconsuelo. Qué difícil no
poder hacer callar ese llanto cuando sientes el mismo desgarro, cuando
para ti es tan inexplicable e incomprensible. Es entonces cuando te das
cuenta que ellas, que tus niñas, son proyecciones tuyas, extensiones
involuntarias de tus sentimientos y anhelos. Quieres, sientes, necesitas
luchar por sus sonrisas, por su fuerza y por sus vidas. Conseguir que
sean por fin ellas.
Hoy me miro cada mañana en el
espejo, ese mismo que proyecta mi reflejo como si fuese ayer. Ya no está
perdido, ni sin vida. Ahora tiene luz… La que yo exhalo. Esa candela
que me da el esfuerzo de recobrar cada segundo, el aliento, los
suspiros, el sentir. Ser capaz de respirar recordando saboreando los
recuerdos. Ser capaz de haber sobrevivido desde la lucha interna del
sufrimiento, recobrando el valor y la fuerza. De saber que se puede
disfrutar, sentir y tener de nuevo tiempo de vida.
“Es vivir de nuevo, es vivir dos vidas en una”