¡Ay
vida mía qué duro es intentar levantar la mirada y no encontrar la tuya! .Esa mirada que tanto amo, esa mirada
que tanta vida me ha dado, esa mirada que ahora está apagada, que quiero
encender de nuevo, y no puedo.
No
te imaginas lo que me duele el alma, lo desgarrado que esta mi espíritu, lo destrozada que esta mi vida sin
la tuya. Y me cuesta, me cuesta respirar si lo hago sin tus besos, sin tus caricias,
sin tu sonrisa….y me encuentro vacía, rota, destrozada y sola. Me siento sola porque la vida te ha
arrancado de la mía ¿sabes? Cada día
siento que me voy a pagando un poquito más, que mi vela se va desvaneciendo día a día porque me falta la llama, esa llama,
esa luz que eran tus ojos. Esa llama que encendía cada mañana, la luz que me ha
ayudado a caminar, que reposaba entre tus brazos y es en esos brazos en los que
anhelo estar de nuevo y…no los tengo.
Me
encantaría volver a perderme de locura entre tu pecho, que la calma que
necesita mi espíritu me lo entregase de nuevo tu cuerpo, y tus labios, y tus besos,
y tus ojos. Que tus ojos volviesen a
tener luz, que volviesen a brillar, que tuviesen vida y esa vida, fuese mía de nuevo.
Y me duele, me duele saber que te han arrancado de mi lado. ¿Sabes amor? No soy
capaz de demostrar el valor que siempre te prometí, ser capaz de luchar, de
enfrentarme a la vida. Pero no puedo porque me falta el aliento, la paz, el
consuelo y ahora solo siento desasosiego sin ti, porque me falta todo. Porque
me faltas tú, mi paz, mi vida, mi luz.
Esta
vida sin ti es una tortura desgarradora. Cada amanecer en el que abro los ojos imagino
que cada día es como los de antes, vas a despertar a mi lado, me vas a abrazar,
desearme buenos días con un beso lleno de pasión. Yo, te sonrío, tú a mí, y me
robas mi risa y dices “para mí, para siempre,
sólo mía” .Y yo te digo “si solo tuya”. Y me encanta ese amanecer, el amanecer
que he tenido durante dieciocho años y
que ahora no tengo. Ese despertar del que solo me quedan recuerdos, sombras que
han ido dando paso a la oscuridad, a la oscuridad de la muerte.
¡Ay
vida mía! Que dolor más grande se ha quedado en mi alma, en mi corazón y se ha alojado
en mi existencia! Ya solo me queda la tristeza, la pena, la desazón de mirarme
al espejo y contemplar mi soledad. No me
reconozco en ese reflejo, no encuentro chispa en mis ojos, no encuentro alegría
en mi sonrisa, pero es que ya no existe. Mi reflejo se encuentra opaco sin ti,
me falta mi mitad, mi mitad entera, la mitad que elegí para realizar mi camino,
para andar mi vida.
Te
echo de menos con ese amor que duele, con ese amor maravilloso que dura eternamente,
ese amor tan intenso que arde, que quema, que incluso llega a matar de pena al
perderte. Ese amor que nos prometimos para toda la vida, ese amor que te di, ese
amor que recibí y que ahora me come por dentro llenando de angustia mi
existencia.
¿Sabes
corazón mío? Hay noches en las que al acostarme busco tu silueta entre las
ahora frías, sabanas vacías, en la
penumbra y es entonces cuando las lágrimas brotan a mis ojos. Lágrimas llenas
de amargura porque saben que ya tus manos nunca las secaran, esas manos que se
agarraron a las mías en tu ultimo suspiro. Ese suspiro que fue mío cuando tus
latidos se desvanecieron cuando mi pecho
ardió de dolor, ese dolor de tu último
abrazo y note como la vida se te escapaba,
como te perdía para siempre. Sin tu quererlo, sin yo poder evitarlo.
Ay
amor como te sigo amando cada día, cada minuto, cada segundo y a cada instante.
Y vida mía, te voy a amar toda la mía, la pasada y la futura, porque has sido, serás
mi cielo, mi alma, mi paz, mi luz, mi desasosiego y mi consuelo. Lo eres todo
para mí, siempre, a pesar que no te tengo.
Espérame eternamente donde estés, por favor espérame, para acudir a tu lado. Por todo lo que me has dado.... te amo
vida mía.